FELICIDAD Y POBREZA: ¿PORQUÉ LOS POBRES TOMAN MALAS DECISIONES?
Autora: Estefanía Mbá
Hoy me ha venido a
la mente un trabajo grupal que hice en mi segundo año universitario. Fue para una
asignatura de Economía Política y teníamos que investigar sobre algún tema de
nuestro interés, obviamente, relacionado con el temario. Y los trabajos serían expuestos
al final del cuatrimestre.
Elegir tema no fue
difícil en nuestro grupo. Partíamos de la idea de estudiar cifras con
"dimensión humana" y evitar centrarnos solo en "números
fríos". Resumiendo un poco, quisimos saber si tener mucho dinero o apenas
tenerlo podía determinar nuestra felicidad. La felicidad entendida como
satisfacción vital, claro. Dicho de otro modo,
decidimos estudiar si se podía ser feliz siendo pobre.
Todas las integrantes habíamos dicho o escuchado expresiones como: "el dinero no da la felicidad"
o "es mejor llorar en un
ferrari". Lo cierto, es que con este trabajo teníamos la oportunidad
de profundizar más nuestros conocimientos y mirar la cuestión desde otro ángulo.
Porque, aunque nos dijeran que disponíamos de un máximo de diez minutos para
explicar nuestros hallazgos, poder cumplirlo requería leer previamente una
cantidad indigerible de material, cosa que nos ayudaría a hablar con cierta
base.
Datos sobre la pobreza.
Según las
estimaciones más recientes del Banco Mundial, en comparación con el 11 % de
2013, en 2015 el 10% de la población mundial vivía con menos de USD 1,90 al
día. Estas cifras son inferiores al valor de casi un 36% registrado en 1990. O
sea, cerca de 1100 millones de personas menos viven en pobreza extrema, en
comparación con el año 1990.
Al estudiar la
relación entre felicidad, dinero y pobreza, encontramos que los estudiosos habían
tratado de determinar primero lo que era ser pobre, que medían la pobreza. Y, principalmente, hablaban de dos tipos de pobreza:
Por un lado, estaba la pobreza objetiva. Esta se dividía entre pobreza absoluta, relacionada
con la miseria (situación en la que el individuo carece de los recursos básicos
para su subsistencia, como alimentación, vivienda y vestidos), y la pobreza
relativa (que se daba cuando el individuo se hallaba en desventaja social y
económica clara respecto a otros individuos de la sociedad). Al ser objeto de
estudio, este tipo de pobreza ofrece una perspectiva comparativa.
Por otro lado, se
encontraba la pobreza subjetiva. Tenía más que ver con la percepción individual de los sujetos referente a su
condición, es decir, si ellos mismos se consideraban pobres o no.
Datos sobre la felicidad.
A pesar de que en
la actualidad es tendencia hablar de felicidad y pese a la existencia de un mercado entorno a su consecusión, en aquel momento, nos encontramos con la problemática de que la
relación entre felicidad, dinero y pobreza apenas comenzaba a interesar a los
científicos. No existían abundantes estudios sobre esta cuestión.
Intentamos hacer
una investigación algo ambiciosa para el tiempo que teníamos, pero dejamos
sin aclarar algunas cuestiones también relevantes acerca del tema, aunque sí que aprendimos bastante.
De todo ello,
quiero dejar dos datos curiosos que, desde entonces, se quedaron en mi cabeza:
Primero, uno solo podía ser
feliz desde el momento en que tenía las necesidades básicas cubiertas y la
libertad de desarrollar su vida. Por eso, tener un estómago hambriento
seguramente te haría infeliz.
Segundo, que Bután se
consideraba el país de la felicidad.
Aunque el Producto Interior Bruto es un
indicador de crecimiento económico, los hay que lo emplean como si lo fuera de
desarrollo. Este paraíso asiático rechazaba el PIB como indicador del
desarrollo. Más bien, prefería medir sus resultados en base a un Indice de
Felicidad Nacional.
No obstante, y en el mismo sentido, cabe apreciar que las investigaciones que toman el PIB como referencia
para estudiar la conexión entre riqueza y felicidad de las naciones, arrojan
resultados bastante llamativos.
Eugenio Proto y
Aldo Rustichini, en un estudio de 2013, publicado en la revista PLOS ONE,
sobre la reevaluación de la relación
entre el PIB y la satisfacción vital, demuestran que la satisfacción de la vida
aumenta con el PIB en un país pobre, pero esta relación es aproximadamente
plana en los países más ricos. Encontraron, igualmente, lo que sería el tope de
la felicidad. Según los expertos, una vez que se alcanzaba la cifra que ronda
los 36.000$ (unos 26.561€) anuales de PIB nominal per cápita, el dinero dejaba
de ser suficiente para "comprar la felicidad". Es más, comenzar a
ingresar cantidades que superaban este umbral, era una razón para la infelicidad
social.
Pobreza, felicidad y decisiones.
En Economía, sobre
todo, nos encontramos con varias teorías tendentes a explicar que las personas
siempre elegirán aquello que les reporte más beneficios, utilidad o
satisfacción. Aquello que en suma les haga más felices. De este modo, con el
incremento de la felicidad individual se podría conseguir una felicidad
colectiva.
La idea anterior sería
concordante con el pensamiento que suele afirmar que somos nuestras decisiones. Uno que da a entender que, si disfrutamos de
una situación financiera holgada es porque hemos tomado buenas decisiones, y
viceversa. Así es que, quien mal elige obtiene malos resultados y quien bien
elige obtiene mejores resultados.
Reducido a la simplicidad, también podría
significar que si somos infelices es porque decidimos serlo, o que las malas
decisiones son las que nos llevan a manifestar ese estado. Sin embargo, esta
forma de pensar no tiene en cuenta otros factores que pueden estar
condicionando nuestras decisiones, como los psicológicos o incluso los
contextuales, por poner algunos ejemplos.
Teniendo en cuenta
esto que acabo de explicar y el primero de los datos que he dado en apartados previos, uno se preguntaría: si no puedes ser feliz sin las necesidades básicas
cubiertas y la libertad de desarrollar tu vida, ¿significa que los pobres eligen ser infelices porque toman malas
decisiones o son incapaces de tomar buenas decisiones porque no quieren ser
felices? Claramente, estoy considerando la repercusión de la toma de
decisiones en nuestra felicidad y su relación con nuestra situación financiera.
Por otro lado, me baso más en en los conceptos de pobreza absoluta y la
subjetiva. Situaciones en las que objetivamente carecemos de recursos básicos o
subjetivamente sentimos que no disponemos de lo suficiente para considerar
satisfactoria nuestra vida.
A finales del 2013, la narrativa de
una ciudadana estadounidense sobre la pobreza se hizo viral, su respuesta acerca de por qué los
pobres toman malas decisiones batió un record,
tanto que acabó publicada en el Huffpost.
Linda Tirado, intentaba responder a porqué los
pobres tomaban malas decisiones:
¿Porqué comían mal (decidían comprar comida
que afectaba negativamente su salud, como la comida basura)?, ¿porqué hacían
malos presupuestos (si decidían hacerlos)?, ¿porqué no mostraban ambición? O, ¿por qué continuaban teniendo más hijos pese a no poder mantenerlos?
Aunque esas
preguntas estaban relacionadas con la repercusión financiera de estas decisiones,
Tirado intentó dar una respuesta que se centrara más en el proceso psicológico
que conducía a la obtención de resultados nefastos y los reiteraba. Como antes he
enlazado las publicaciones, puedes cliquear para leerlas y usar
el traductor si te resulta ajeno el idioma.
Contrariamente a la
concepción de que las malas decisiones conducen a la pobreza y, de paso, causan
infelicidad, los datos indican que es el peaje cognitivo de ser pobre lo que
conduce a las malas decisiones. Es
decir, uno no es pobre porque toma malas decisiones sino que toma malas
decisiones porque es pobre.
Un estudio
publicado en la Revista Science
respecto a las causas de la pobreza persistente, presentó una perspectiva
única sobre el tema. Los investigadores sugirieron que ser pobre podía impedir a una persona
centrarse en las opciones que le sacarían de la pobreza. En las condiciones o
contexto de pobreza, donde la persona tenía que realizar un esfuerzo constante
por tener que hacer frente a los efectos inmediatos de tener poco dinero, su
función cognitiva se veía disminuida. De este modo, la persona se quedaba con
menos "recursos mentales" para centrarse en asuntos complicados,
indirectamente relacionados, como la educación, la formación laboral e incluso
la gestión de su tiempo.
En una serie de
experimentos, los investigadores encontraron que, en promedio, una persona
preocupada por problemas de dinero exhibió una caída en la función cognitiva
similar a una caída de 13 puntos en el coeficiente intelectual o la pérdida de
una noche entera de sueño. La función cognitiva cambiaba con las condiciones
financieras.
En base a estos
experimentos, también era importante reconocer que, si bien la escasez puede
ayudar a las personas a concentrarse en los costos y beneficios, también puede
causar estrés que cambia la atención y roba el ancho de banda cognitivo. Y
realmente, esas decisiones que nos parecen contraproducentes podrían ser
totalmente racionales.
Desde este punto de
vista, los pobres son menos capaces no por los rasgos inherentes, sino porque
el contexto mismo de la pobreza impone una carga e impide la capacidad
cognitiva. Los hallazgos, en otras palabras, no tratan de "la gente pobre",
sino de cualquier persona que se encuentre pobre.
Ante estos
resultados, considero que no sería descabellado pensar que somos más nuestro
contexto que nuestras decisiones. Y que si queremos tener ciudadanos felices,
deberíamos tener en cuenta los factores contextuales implicados en la toma de
decisiones que podrían incrementar nuestra felicidad. Al menos, financieramente
hablando.
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idea u opinión que quieras compartir respecto a este artículo, no dudes en
ponerlo en los comentarios. Nos vamos leyendo.
Principales Estudios y Enlaces:
-Anandi Mani, Sendhil Mullainathan, Eldar Shafir, Jiaying Zhao. Poverty Impedes Cognitive Function. Science 30 Aug 2013 : 976-980
-Banco Mundial:
-Huffpost:
-Instituto Nacional de Estadística:
https://www.ine.es › socialesPDF pobreza en espaa-
-Proto E, Rustichini A (2013). A Reassessment of the Relationship between GDP and Life Satisfaction. PLOS ONE 8(11): e79358. doi:10.1371/journal.pone.0079358
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2 comentarios
Interesante Leo, me gusta la expresión: tomamos malas decisiones porque somos pobres...
ResponderEliminarQué bueno que te resultara interesante! Muchas gracias B.❤
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