HISTORIAS COMUNES EN VERSIONES DIFERENTES
Autora: EstefanĂa MbĂĄ
Rosaleda es una mujer que se aproxima a los cincuenta años,
ex empresaria, peluquera de profesiĂłn y muy apasionada cuando habla de su familia y la
juventud. Es de Granada, pero en su
niñez tuvo que recorrer con sus padres distintas ciudades andaluzas en busca de
una vida mejor. Resume aquella experiencia de la siguiente manera: “Mira que no
he salido de España, pero como en Granada en ningĂșn sitio”.
Rosaleda tiene una madre dependiente. Ăsta necesita asistencia
para poder realizar sus actividades diarias. Aunque ya es una mujer de avanzada
edad, su dependencia fĂsica es causa de una esclerosis mĂșltiple. Rosaleda me
comentĂł que su madre le transmitiĂł lo importante que es la familia, sobre todo
si los lazos son armoniosos. De modo que, intentan seguir sus consejos, los hermanos
se visitan o se llaman si estĂĄn lejos, procuran que las peleas no trasciendan,
estĂĄn presentes cuando hace falta y colaboran cuando alguno lo necesita. Por
esa misma razĂłn, a pesar del estado de su madre, todos los hijos y los nietos
se encargan de atenderla. Dice que nota que su madre valora mucho que se estén
encargando todos en la medida de lo posible, estĂĄ muy orgullosa de ellos y muy
feliz.
Le preguntĂ© sobre lo que le parecĂa la idea de la residencia.
Rosaleda fue tajante: “Yo siempre he intentado transmitir a mis hijos lo
importante que es la familia, si a la primera ven que llevo a mi madre a la
residencia ¿quĂ© ejemplo les estarĂ© dando? No es que en la residencia no pueda
estar bien atendida o por falta de dinero, creo que es cuestiĂłn de valores y
tengo que ser coherente”.
Silvana es una joven granadina de treinta años con apariencia
de quinceañera. Graduada en enfermerĂa, pero trabaja como esteticista a
domicilio porque no encuentra nada relacionado con su ĂĄmbito de estudios. LlegĂł
a comentarme que es tan buena en lo suyo, que algunas buenas empresas del
sector le han ofrecido trabajo, pero trabajando sola gana mucho mĂĄs. AsĂ que ¿para
qué complicarse la vida?
Silvana me dijo también que tiene un hermano dependiente, su
dependencia fue el resultado de un accidente de trĂĄfico y en la actualidad
se encuentra en una residencia. Me habló del gran cariño que se tienen y lo
especial que es para ella. Le preguntĂ© si no podĂan cuidar de Ă©l en casa. Su
respuesta fue la siguiente: “Antes estaba en casa con nosotros, pero requiere
cuidados especializados y mucha dedicaciĂłn, todos trabajamos para sobrevivir y
nadie para. Total, la situaciĂłn se volviĂł insostenible. Mi hermano pudo acceder
a una ayuda para personas dependientes, decidimos que lo mejor era pagar una
residencia con ese dinero. AllĂ lo tratan bien y estĂĄ muy contento. Los fines
de semana vamos a buscarle y pasamos buenos ratos (se nota como se le asoma una sonrisa mientras lo dice) y en verano le llevamos a la
playa que tanto le gusta”.
Esas son las historias de dos mujeres, de diferentes edades,
con experiencias de vida distintas, pero con una historia comĂșn contada en
versiones diferentes.
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